8/6/11

821. A memoria minguante


"Entrevistador: ¿Qué le preocupa del porvenir?
Jorge Semprún: La memoria. Están desapareciendo los testigos del exterminio. Bueno, cada generación tiene un crepúsculo de esas características. Los testigos desaparecen. Pero ahora me está tocando vivirlo a mí. Aún hay más viejos que yo que han pasado por la experiencia de los campos. Pero no todos son escritores, claro. En el crepúsculo la memoria se hace más tensa, pero también está más sujeta a las deformaciones. Luego hay algo... ¿Sabe usted qué es lo más importante de haber pasado por un campo? ¿Sabe usted qué es exactamente? ¿Sabe usted que eso, que es lo más importante y lo más terrible, es lo único que no se puede explicar? El olor a carne quemada. ¿Qué haces con el recuerdo del olor a carne quemada? Para esas circunstancias está, precisamente, la literatura. ¿Pero cómo hablas de eso? ¿Comparas? ¿La obscenidad de la comparación? ¿Dices, por ejemplo, que huele como a pollo quemado? ¿O intentas una reconstrucción minuciosa de las circunstancias generales del recuerdo, dando vueltas en torno al olor, vueltas y más vueltas, sin encararlo? Yo tengo dentro de mi cabeza, vivo, el olor más importante de un campo de concentración. Y no puedo explicarlo. Y ese olor se va a ir conmigo como ya se ha ido con otros."

(Entrevista a Jorge Semprún en El País, 19-8-2000)


1 comentario:

Pedrote dijo...

Para mí, Semprún fué un político fallido. No conocía su faceta de escritor más que de oidas. Nunca he leido nada escrito por él. Pero me fascina que gentes de una u otra ideología hablen maravillas sobre él. Creo que nunca lo leeré, porque me suele pasar que lo demasiado culto me sobrepasa (me ocurrió algo parecido con Saramago, un libro sobre una idea genial, pero demasiada densidad en la lectura).