31/10/10

587. Jalogüín


Agora que estamos en plena vertixe comercial festivo-macabra, plena de disfraces, festas, cabazos e especiais de televisión de temática máis ou menos tétrica e desenfadada, desde este blog imos dar un enfoque lixeiramente diferente. Para iso, e sen entrar en explicacións moi complicadas destes festivos, que serán dadas en posts posteriores, imos lembrar un post de tempos pretéritos, case pluscuamperfectos, diría, no cal, sen entrar en detalles, fixen mención a uns costumes funerarios antigos dun lugar da actual Sumatra, pero que amosan unha forma ben distinta da nosa de celebrar o misterio da morte. Aló imos:

"El reino de Dragoyam, en el que se adoran ídolos, tiene rey propio y también lengua propia. Sus hombres son muy salvajes. Existe en él la costumbre siguiente: cuando alguien enferma de gravedad, sus parientes llevan ante él a magos y encantadores y les preguntan si podrá sanar; aquéllos responden sobre su salvación o su muerte según la contestación que reciban de los demonios. Si dicen que el paciente no puede convalecer, llaman a los que mejor y con más presteza saben matar a los enfermos, y tapan su boca de suerte que pierda la respiración. Una vez muerto, trocean su carne y la cuecen. Y, reuniéndose todos sus parientes, la comen con toda su médula.
Dicen, en efecto, que si su carne se pudriese y se convirtiese en gusanos, ellos morirían de hambre y el alma del difunto sufriría por esta razón un gravísimo castigo. A los huesos los sepultan en las cavernas de los montes, para que no los puedan tocar ni los hombres ni las bestias. Cuando los habitantes de aquella región capturan a algún extranjero, si no pueden pagar rescate, lo matan y se lo comen."


(Libro das Marabillas. Capítulo XVII. Marco Polo)

Recomendación:

Para contribuír ó ambiente destes días, (non me refiro a que chove e fai vento, senón ó terror), lémbrovos a existencia do uruguaio Horacio Quiroga, escritor que deixou tras de si unha produción de contos de terror centrados en acontecementos da vida diaria realmente estremecedores. Por se acaso vos parece pouco, a lectura do enlace anterior, no relativo á vida do autor, tampouco desmerece o ambiente de terror que creou nas súas narracións. Pode que non fose tan famoso como Edgar Allan Poe, pero na faceta persoal non lle foi á zaga. Como exemplo, enlazo aquí "La gallina degollada", relato opresivo no que o horror se vai achegando conforme avanza o relato, transmitindo a incómoda sensación de ser inevitable.


1 comentario:

Monica dijo...

Da un pouco de noxo non? tes o día escabroso ou que? jajaja (por certo, por fin consigo escribir aqui, non era sen tempo)